Belén Coca dice que es una «curranta». Cree en el trabajo como base de la inspiración, en la incubación creativa como cultivo de las ideas. E ideas, tiene muchas. No en vano, ella misma se define como directora creativa de su propia vida. Y qué ideas hay más importantes que las que nos llevan a vivir mejor.
Estamos en Madrid, es diciembre y la Navidad está a punto de llegar. Belén y yo nos vemos por la tarde, cuando el peso del día ya te duele en los pies. Pero hablar de crear siempre eleva el espíritu (y un buen matcha latte calentito, también), y acabamos conversando durante más de una hora. Aunque su trayectoria podría dar para película.
Ah, y entre todo esto, va a clases de interpretación y cada año se toma un mes de vacaciones.
Qué importante es la voz en tu camino. ¿Cómo encontraste la tuya propia?
Creo que el camino de encontrar tu voz, o, por lo menos, de emprender la búsqueda, es un camino que te puede llevar toda la vida, porque nuestra voz evoluciona con nosotras. A medida que creces y te vas descubriendo, toma otra otros matices. Me gusta la metáfora de la voz para hablar de identidad y autenticidad, porque la voz nace del interior de nuestro cuerpo, es una mezcla de vibración de aire y de armadura o instrumento corporal, y, además, expresa algo muy singular sobre quiénes somos.
Por eso también nos da tanta vergüenza oírnos. Tú te puedes esconder con un look o debajo de una gorra, pero cuando hablas transmites tus emociones, transmites de dónde vienes. Es algo único y tuyo. De hecho, es muy difícil encontrar dos voces iguales.
Yo he viajado por distintas dimensiones de mi voz. De pequeña era muy tímida, me costaba incluso hablar, decir lo que sentía o pensaba. Entonces, empecé a desarrollar mi voz creativa, mi imaginario, mi mundo interior, algo que para mí fue súper importante. Cuando ese mundo necesitó explotar fue cuando yo empecé a hablar más.
Y el canto, ¿qué supone para ti?
La voz cantada para mí ha supuesto una metamorfosis, la metamorfosis de demostrarme lo que era capaz de hacer, de romper mi timidez y mi miedo a plantarme en un escenario y decir lo que siento, lo que pienso. A partir de ahí, todo lo demás vino detrás. Hasta que tuve treinta y cinco años no me atreví, pero creo que volver a cantar y hacerlo en público ha sido el momento más transformador de mi vida.
Me ha dado muchísima valentía para todo lo que he emprendido en los últimos diez años, en los proyectos como Más Mujeres Creativas, en los talleres para empresas en los que intento que la gente recupere el gusto a cantar y a conectar emocionalmente con el equipo… Me voy lanzando a piscinas más grandes y me voy atreviendo a decir las cosas que quiero sin tanto temor al juicio ajeno.
¿Cómo son tus talleres de música y creatividad?
Cuando empecé a impartir talleres de música y creatividad, al poner a la gente a cantar, a veces pasaban cosas que yo no sabía muy bien cómo manejar a nivel emocional. Así que decidí formarme como coach para entender mejor los mecanismos que articulan un grupo. Los talleres no van de aprender a cantar, sino de perder la vergüenza a hacerlo, de crear un entorno creativo libre de juicios que permite que puedas equivocarte al lado del otro, que puedas arriesgar.
Cuando empecé a trabajar en entornos no relacionados con la publicidad me di cuenta de que en otras compañías a la gente le costaba mucho lanzar ideas tontas en una reunión, algo a lo que en las agencias de publicidad estábamos súper acostumbrados. Así que lo que hacemos en los talleres es crear un ambiente de confianza en el que todos podemos hacer el tonto, y entonces empiezan a pasar cosas de verdad divertidas y creativas.
¿Cómo sentimos la creatividad en el cuerpo las personas que somos tan mentales?
Yo lo hago a través de la voz. Antes no me había parado a pensar en la mecánica corporal de la que nace la voz, pero me puse a estudiar canto y entendí cómo funcionan los resonadores, el diafragma, el apoyo, cómo colocar el sonido… Un día encontré un taller que se titulaba La voz en el cuerpo, fui a una clase de prueba y de repente descubrí todo un mundo. Descubrí que, si tú conectas, si dejas el cuerpo totalmente libre y relajado al servicio del aire que entra, y todo tus huesos y tus músculos y todo tu cuerpo resuena con ese sonido, no te hace falta intentar proyectar artificialmente la voz, sino que va a viajar libre y va a hacer lo que tiene que hacer.
A raíz de eso empecé a incorporar la importancia de todo el cuerpo en la voz, y no solamente del aparato fonador. También de tu estado mental, de tus emociones.
Ese es un gran contrapeso para el trabajo tan mental que tengo y también me cambia la rutina creativa. Por ejemplo, si estoy atascada en algo ahora sé que tengo que moverme, dar un paseo, bailar una canción, pararme a ver cómo estoy respirando, si necesito estirar, qué parte de mi cuerpo reclama mi atención… Es una pasada, es totalmente transformador.
Creatividad: ¿inspiración o trabajo?
Yo soy muy curranta, no me identifico mucho con el chispazo de inspiración. Creo que la creatividad es un ochenta por ciento de trabajo y un veinte por ciento de inspiración. Creo que el trabajo previo es importante, hacer un mapeo de toda la información del proyecto en el que estés trabajando, tomar notas… Yo dejo que todo esto esté en mi cerebro en fase de incubación y entonces puede que, de repente, conectes dos ideas súper rápido, pero eso ha sucedido porque está ese trabajo previo. Me gusta que el trabajo creativo esté asentado en algo fuerte, consistente, que las cosas tengan sentido, que resuelvan el problema que vienen a resolver.
También tengo una mente muy estratégica, creo que soy mejor estratega que creativa. Una vez leí que hay dos tipos de personas creativas: unas que son más storytellers y otras más sistemáticas. Yo creo que tengo una mezcla de ambas, porque tengo la capacidad de ver la relación entre las cosas, de conectarlas con flechas en mi cabeza.
¿Crees que la creatividad es un modo de vida?
Sí. De hecho, creo que nuestro mayor reto creativo es crear la vida que queremos vivir. Yo me he aplicado en eso. Cuando decidí dejar la agencia empecé a pensar seriamente en cómo podía aplicar mi creatividad en diseñar una manera de vivir. Por ejemplo, yo quiero vivir veranos escolares, esa es una prioridad vital, por eso cuando llega julio voy bajando el nivel, no cojo nada nuevo y voy cerrando cosas desde casa de mi madre en Málaga. Gracias a eso he visto crecer a mis sobrinos, porque paso un mes con ellos. Después, en agosto, me voy a Cádiz y desconecto absolutamente. Así que en septiembre vuelvo con las pilas cargadas.
Así que sí, yo creo que si eres una persona creativa, te puedes parar a pensar en cómo poder tener las cosas que quieres, en rediseñar cómo trabajas, jugar con tus herramientas para definir tu propia medida de éxito.
Después de estos años, ¿cómo ves la representación de la mujer en publicidad hoy?
Creo que vamos por el buen camino, aunque más lentamente de lo que me gustaría. Todo el mundo es consciente de este problema y poca gente se mueve de verdad para solucionarlo. Hay muchísima más conciencia, hay roles que están cambiando… pero creo que, si hace diez años lo teníamos ya tan claro, esto podría estar ya resuelto. Si los equipos no son paritarios, difícilmente se van a generar historias con las que las mujeres se identifiquen, historias que reflejen la diversidad. Hay inercias y resistencias en las que hay que seguir trabajando.
Hoy lo hacéis a través del programa Una de Dos. ¿En qué consiste?
Esta iniciativa nació de un email y se ha convertido en un proyecto gigante.
Diageo nos envió un correo a Más Mujeres Creativas contándonos que querían hacer algo en España para mejorar la ratio femenina del sector y cambiar la representación de las mujeres en la comunicación de las marcas. Dijimos que sí, y hasta hoy.
Es nuestra iniciativa más institucional, la que busca solucionar los problemas estructurales en las agencias y las marcas para que también cambie la comunicación que hacen.
Las empresas que se unen firman un convenio de colaboración según el cual adquieren una serie de compromisos para impulsar la presencia de mujeres en sus equipos y, en el caso de las marcas, para cuidar especialmente su representación en la comunicación que emiten.
Si en Más Mujeres Creativas vamos de abajo a arriba, ayudando a las mujeres del sector a que se desarrollen y crezcan, aquí vamos directamente arriba, abrimos una conversación con los responsables de las marcas y las direcciones generales de las agencias, que son las que tienen el poder de cambiar esto, porque nosotras no podemos romper el techo de cristal a puñetazos.
Así que estamos haciendo una labor muy didáctica y muy de tender la mano, de entender cuáles son los problemas e intentar aportar soluciones. A pesar de la complejidad de la gestión de todo esto, nos hemos encontrado con mucha gente con ganas de colaborar, más de la que pensábamos al principio. Creo que no hay tantas posturas deliberadamente machistas en nuestro sector, sino que mucha gente sabe que hay un problema, pero no sabe cómo solucionarlo. Por eso nosotras tendemos la mano para conseguirlo.
Hay muchas otras maneras de cambiar el mundo, pero nosotras hemos elegido esta. A veces puede ser muy invisible, pero pienso que la realidad se cambia con conversaciones que cambian mentalidades y que cambian acciones.
¿Cuál dirías que es la mayor necesidad que tienen hoy las mujeres creativas?
Creo que tiene que ver con tomar conciencia de que la falta de confianza en ti misma y tu falta de atrevimiento no es un problema individual, sino que tiene que ver con una construcción social y con un histórico del que nos tenemos que ir desembarazando. Nos han educado en no arriesgarnos, cuando la creatividad es riesgo. En estar calladas, cuando la creatividad es atreverte a gritar tus ideas y a defenderlas.
Darse cuenta de que esa falta de confianza es sistémica ayuda mucho, y también que te den herramientas para superar ese síndrome de la impostora que creo que es el mayor freno que tenemos las mujeres. Nosotras lo combatimos con formación, pero también con inspiración, con contacto, con conversaciones, haciéndonos fuertes entre todas.
Creo que desde nuestro trabajo en Más Mujeres Creativas hemos contribuido mucho a crear esas redes de apoyo y ese vínculo en nuestra comunidad. Es flipante como tantísima gente puede conversar en un tono tan constructivo. Hay un espíritu de ayuda que me emociona mucho. Es una comunidad totalmente horizontal, las iniciativas ya pueden surgir desde cualquier sitio, no sólo de arriba a abajo.
¿Qué es para ti el descanso?
Para mí es una necesidad absoluta y no le damos el espacio que se merece. Yo soy muy workaholic en intensidad. Es decir, cuando estoy a trabajar estoy a tope, pero cuando estoy a descansar también estoy a tope. Me cojo un mes de vacaciones todos los años, no miro casi el móvil, desconecto… Soy bastante punky con eso, porque para mí es la única manera de regenerar un poco, de echarle abono a la tierra del huerto que tenemos en la cabeza.
Y otra cosa, por favor, necesitamos una inteligencia artificial que agende cosas, porque yo dedico mínimo cuatro horas al día a la gestión de la agenda.
¿Y la belleza?
Es un ideal al que aspiro en todo. Para mí tiene que ver con la armonía y con el sentido de propósito, con algo que te sorprende y te descubre algo sobre ti. Siempre he sido una gran perseguidora de belleza en cualquier ámbito, y sobre todo como consumidora cultural de música, cine, teatro… Esos escenarios en los que la belleza se crea por el solo hecho de crearla me parecen preciosos.
Háblame de tu niña interior. ¿Tiene buena salud?
Mi niña interior siempre ha sido una niña un poco revieja, porque a mí de pequeña me gustaban las cosas de vieja. Iba al teatro de mi abuelo, veía cine clásico, quería bailar claqué, me gustaban las vedettes, quería ser Concha Velasco… Yo en los ochenta quería vivir en los años cuarenta, era una niña muy antigua.
Esto se ha reflejado un poco en el tipo de música que hago, y por eso nuestro grupo se llama Niña Vintage. Por eso también cantar es un vínculo muy directo conmigo, porque cantaba mucho de niña y conecto con esa emoción.
Mi niña interior también me recuerda a veces todo lo que he conseguido hacer a pesar de ser tan tímida al principio y que no tengo que perder de vista mi manera de ser y pensar. De hecho, tenemos una canción que se llama Tu tesoro y es un homenaje a mi niña interior, que me recuerda que guarde bien mi tesoro, mis fantasías.
¿Qué es lo próximo que te gustaría aprender?
Ahora estoy aprendiendo a actuar, y creo que nunca he disfrutado tanto de hacer algo tan mal. Ese ha sido un gran triunfo en mi vida, atreverme a hacer cosas que hago mal. Antes me ganaba ese perfeccionismo paralizador que tenemos casi todas las mujeres, pero ahora lo he conseguido domar y disfruto siendo aprendiz.
Entrevista de Silvia Nortes para Ladies, Wine & Design Murcia:
En mi currículum pone que soy licenciada en Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad. En realidad, solo me gusta escribir. Y aprender, claro. Si no aprendes, se te vuelan las ideas. En mi camino en busca de la plenitud profesional he trabajado en radio, comunicación y gabinetes de prensa. Aunque lo que más me hincha el orgullo es que ‘El País’, ‘El Mundo’ y ‘Vice’, entre otros, se hayan interesado en mis ideas. Como periodista ‘freelance’ soy una profesional de la insistencia hasta que consigo que me publiquen. Escribo desde España para ‘Index on Censorship’ y estoy preparando un libro. También me sale genial el guacamole.










