No sabría definirse y precisamente eso la define. Amanda es diseñadora gráfica, pero también música, diseñadora de moda, amante de la animación, tejedora, investigadora… en ese orden, y en todos los demás. La curiosidad no mató a ningún gato. En este caso, todo lo contrario.
Cuando empezó a idear su Trabajo Fin de Grado, Amanda no sabía que iba a acabar ganando un LAUS de Oro. Tampoco sabía nombrar a más de cinco diseñadoras gráficas. Ahora, conoce a decenas de referentes femeninos y los comparte en ‘Referentas’, un archivo web abierto y accesible que ya da voz al trabajo de más de cuarenta mujeres profesionales del diseño en el siglo XX. Un proyecto en continua ampliación que compagina con su trabajo en Colectivo Verbena. Todo bajo una máxima: aprende, investiga, prueba.
Hay muchas diseñadoras gráficas ‘freelance’. En tu caso, ¿qué te aporta o que le ves de positivo a trabajar en un estudio como Colectivo Verbena en contraposición con trabajar sola?
A mí me ha ayudado mucho a dejarme llevar y a delegar en la toma de decisiones. Por ejemplo, puede que una de nosotras empiece un proyecto, después lo continúa otra, y al final la idea del principio acaba siendo otra cosa. Me parece un proceso mucho más enriquecedor que si lo hiciera sola y creo que, al trabajar varias personas juntas, el resultado es óptimo. También está bien para desprenderse del ego y renunciar a las ideas propias, para aprender que mis ideas no son las mejores, que hay muchísimas más igual de válidas y mejores. Además, en nuestro trabajo estamos respondiendo a encargos y, al final, es el cliente quien tiene que validar.
¿Cómo funcionáis en el colectivo? ¿En qué parte del proceso entras tú?
Depende de cada proyecto, pero siempre tratamos de conseguir que la toma de decisiones sea lo más horizontal posible mediante la regla de “una persona, un voto”. Se trata de llegar a la unanimidad siguiendo un modo asambleario, aunque en ocasiones debe haber alguien que marque el rumbo, pero siempre se hace escuchando al resto.
¿Cómo te sientes en la multitarea? ¿Te cuesta definirte, sentirte identificada con un trabajo concreto?
Soy diseñadora gráfica, pero me interesa también mucho la fotografía, el vídeo, la animación… también hice diseño de moda y me encanta la dirección de arte. Así que me voy moviendo de un lado a otro, puedo estar presente en todo tipo de proyectos y para mí es muy enriquecedor.
Mientras estudias la carrera, te van preguntando en qué te quieres especializar, parece que tiene que haber sólo una cosa que te apasione, pero mi sueño sería no tener que especializarme en nada, porque me encanta aprender, investigar, probar.
Hace un año me atraía mucho la animación, ahora estoy con cartelería y tipografía… Siempre he sentido la necesidad de nutrirme y hacer varias cosas diferentes, desde que era muy pequeña. He hecho deporte, música, teatro, costura… hasta estuve un año haciendo pendientes. Creo que, para una profesión como la mía, está bien tener tantas inquietudes, porque puedes sacar inspiración de lo más insospechado.
¿Sueles hacer proyectos propios para experimentar? ¿Crees que te han servido también para darte a conocer?
Sí, y también para descargar un poco. Con los proyectos propios te puedes permitir jugar y divertirte más que en el trabajo, donde, por mucho que yo tenga un estilo, hay que responder a las necesidades y los encargos de los clientes.
Así que para mí es muy importante realizar esos proyectos propios, y siempre estoy metida en algo. Ahora, por ejemplo, estoy diseñando una línea de joyería en 3D con mi pareja, algo que, además, nos da pie a idear una identidad, diseñar la web… Y esta marca responderá a lo que nosotros queramos que responda, porque tendrá nuestros valores.
Supongo que el ideal de muchas personas creativas es llegar a ese momento en el que eres tan conocida o tan valorada que ya puedas imprimir tu sello en todo lo que haces, ¿verdad?
Es algo en lo que he pensado durante mucho tiempo, pero también creo que es muy enriquecedor llegar a soluciones a las que nunca habría llegado por mí misma y que me parecen alucinantes. Esto está relacionado con esta sensación de no pertenecer a nada en concreto, de no estar arraigada. En el mundo en que vivimos, cambiamos constantemente, y creo que eso es lo interesante, seguir aprendiendo y formándote, tener unos gustos hoy y que puedan cambiar mañana.
Tener un estilo muy fiel y concreto no encaja conmigo, porque lo más lógico es que evolucionemos, que nos adaptemos a lo nuevo.
¿Cómo surgió ‘Referentas’? ¿Notaste una falta de referentes femeninos cuando estudiabas?
‘Referentas’ fue mi Proyecto Final de Grado. Siempre he estado muy ligada a los estudios de género, al movimiento feminista, y además he tratado de buscar la parte social en mi trabajo. A veces he pensado que podría haber estudiado algo ‘más importante’, pero me doy cuenta de que el diseño y otros ámbitos también son necesarios para los movimientos sociales.
Así que empecé a investigar un poco, porque antes de hacer ‘Referentas’ no habría sabido nombrar a más de cinco diseñadoras gráficas. Ahora, sin embargo, podría darte referencias femeninas para cualquier tipo de trabajo. Así que esas referentes existen, pero no te las nombran en los estudios. En este sentido, leí un libro de Ana López Navajas, ‘Aprender con referentes femeninos’, en el que hace un análisis de la representación masculina en los cuatro cursos de la ESO, y la conclusión es que el 92% de las referencias son masculinas.
Así que me puse a analizar los libros de historia del diseño gráfico, como ‘Graphic Design story’. De 1.752 obras, sólo hay 30 firmadas por mujeres, que es un 1%, y en las dos primeras páginas hay más hombres que mujeres en todo el libro. Esto es una constante en todos los tomos, así que pensé, “¡No puede ser!”. Además, las mujeres somos el 70% del alumnado de Diseño Gráfico.
También sigue existiendo una brecha salarial seria en el mundo creativo, y es que, según datos de Kerning the gap, las mujeres seguimos cobrando el 20% menos que los hombres en los mismos puestos. Para mí, la solución era empezar a investigar a esas pocas mujeres que aparecían en los libros, y al leer sobre una dabas con otra, y al final surgió una lista de mujeres enorme.
Y la forma más lógica de compartirlo me pareció defendiendo una cultura accesible, haciendo una web que cualquier persona pueda consultar y sepa que ahí va a encontrar esos referentes femeninos que busca.
¿Has notado que es más fácil encontrar información sobre diseñadoras desde que empezaste a investigar hasta hoy?
Sí, creo que está habiendo bastante movimiento. Este verano me he enfrentado a otra tanta de investigación para ampliar el catálogo y he descubierto otras veintitantas. He notado mucho cambio de cuando empecé el proyecto el año pasado a ahora; encuentro cada vez más información, e incluso los familiares de algunas profesionales empiezan a poner en valor su trabajo.
Y no son trabajos menores. Por ejemplo, casi todas las gráficas del metro de Londres en los años 30 estaban diseñadas por mujeres. Podemos encontrar trabajos alucinantes para empresas muy importantes y diseños con calado.
Precisamente, cuando recogiste el premio hablaste de la influencia del diseño en la sociedad y en cómo vemos el mundo. ¿Cómo te ha influido a ti, en tu vida o en tu manera de pensar?
Cuando estudié Diseño de Moda me llevé un chasco, porque yo pensaba llegar ahí a cambiar las cosas, a luchar contra los estereotipos de género y de belleza… pero la realidad fue que, al menos en ese momento, había poco que hacer y yo no era capaz de hacerlo, sobre todo sin dinero.
Sin embargo, desde el diseño gráfico creo que sí se pueden cambiar las cosas. Hay varios teóricos y teóricas que hablan sobre esto, sobre la responsabilidad del diseño gráfico como creador y comunicador de cultura. Salimos a la calle y estamos continuamente recibiendo estímulos, y no sólo eso, también en el móvil consumimos constantemente diseño gráfico. Y puede ser decisivo hasta a la hora de comprarte un yogur.
Si nos preocupamos tanto por las decisiones estéticas, porque todo sea precioso y porque todo sea funcional, nos tenemos que preocupar muchísimo más por los mensajes que difundimos. Si no hubiese un solo diseñador que aceptase por ejemplo realizar un trabajo en contra de los Derechos Humanos o de partidos políticos extremistas, esa información no llegaría al mundo. Tenemos que responsabilizarnos de nuestro papel, porque estamos creando ‘normalidad’, estableciendo lo que la gente ve como normal. Es un poder increíble.
También es cierto que el sistema juega en nuestra contra, porque podemos tener líneas rojas muy claras, pero si en un momento dado necesitas trabajar, quizá acabas aceptando.
Está claro, la necesidad económica es lo primero. Tenemos que comer y alguna vez tendremos que aceptar cosas que no nos terminen de convencer, dentro de unos límites. Pero creo que lo importante es ser lo más objetiva posible, no engañar, contar las cosas como son.
¿Qué referente de las que has descubierto te ha impactado especialmente?
Barbara Stauffacher Solomon me ha flipado, porque tiene 90 y tantos años y sigue trabajando y haciendo cosas súper frescas. Ha sabido adaptarse a todo. Pero la imprescindible para mí es Sheila Levrant de Bretteville, no hay otra igual. Es diseñadora gráfica, activista y docente, y empezó en los años 70 con la lucha contra el modernismo y el posmodernismo, y desde siempre ha tenido una creencia muy fiel en que los valores feministas tenían mucho que aportar al diseño gráfico, tanto en las prácticas como en las metodologías y en absolutamente todo.
También fue una de las fundadoras del Women’s Building, que fue la primera la primera escuela creativa específicamente para mujeres, creando un ambiente seguro y relajado, algo vital para que una mujer pudiese crear y se pudiese expresar. Y fue la primera que señaló que había que tener en cuenta la perspectiva del cliente y sus necesidades, porque hasta ese momento todos los diseñadores gráficos imponían su criterio.
Pero he descubierto muchísimas. Sólo en la web de Referentas hay más piezas de diseño gráfico hechas por mujeres que en todos los libros de historia del diseño gráfico que he leído hasta ahora.
En esa búsqueda constante tuya de nuevas formas de hacer, ¿cuáles has encontrado por el camino?
Después de hacer ‘Referentas’ me he dado cuenta de que esa búsqueda de nuevas formas de hacer es inherente a prácticamente todas las diseñadoras gráficas. Durante toda la historia, lo que han hecho continuamente es mostrar diferentes formas de hacer. Había una forma hegemónica, que era lo que dictaba la Bauhaus, pero obviamente no podemos ir de que somos la industria más moderna y seguir dictándonos por normas que escribieron señores blancos privilegiados hace 100 años. Así que las mujeres siempre han buscado esa revolución.
En cuanto a mí, por ejemplo, ahora voy a empezar un curso de producción musical que creo que me va a enriquecer mucho, y también hago algún otro encargo de diseño de moda.
Hablando de moda, ¿qué es la moda para ti? ¿Crees que sigue siendo algo superficial?
El mundo de la moda es un mundo superficial, al igual que lo es la sociedad en la que vivimos y nosotros mismos, y es completamente normal que lo seamos. Tendremos que deconstruirnos y pasará mucho tiempo para cambiar algo tan inherente al capitalismo. Pero también es cierto que la moda es algo muy identitario. Es lo primero que ves de una persona, y muchas veces, sólo con ver cómo está vestido alguien, te haces una idea y tienes un primer prejuicio.
Es una forma de expresión y, además, la moda es más de lo que se ve. Las tendencias nacen de la coyuntura sociopolítica, de la necesidad de expresarse. No hay nadie en nuestra cultura occidental que no se compre ropa, y alguien ha diseñado eso que te vas a poner y ha decidido que sigas esa tendencia.
¿Qué corrientes o profesionales te influyen en tu trabajo?
Va variando mucho en función de mi evolución. He tenido momentos muy punkis, otros muy hippies, otros más modernos… Pero siempre he tenido mucha mezcla y no me he encasillado.
Si hablamos de tipografía, te diría que Pangram Pangram y Offline. En cuanto a estudios, Querida Studio me marcaron mucho cuando estudiaba. Ahora me gustan mucho Estudio Santa Rita, de Málaga, Fellas, de Murcia, Codea Studio, Snoop y ilovecreatives Studio.
Pero creo que todos los estudios ahora evolucionan continuamente y tienen referencias muy distintas a cuando empezaron.
Dime dos o tres problemas a los que creas que las diseñadoras se enfrentan en su trabajo.
Diría que, en general, a la infantilización. Esa sensación de que no se hace caso a una propuesta hecha por una mujer, y después un señor dice exactamente lo mismo y se ve como una idea fantástica. Yo tengo la suerte de que en mi entorno laboral no ocurre, y es algo de lo que estoy muy contenta.
Y, obviamente, la falta de oportunidades. Hay ciertos puestos en los que siguen contratando sólo a hombres, porque siguen estando dominados por ellos. Y si, además de mujer eres joven, hay un extra de dificultad.
¿Cómo te ves de aquí a unos años?
No tengo ni idea. Puede que descubra de repente que soy súper feliz montándome una frutería. A día de hoy me gustaría estar trabajando en lo mío en el futuro, pero igual después del curso de producción musical descubro que me flipa producir música y que sólo quiero hacer eso. Estoy súper abierta al cambio, a ir fluyendo. Pero sí te diría que quiero estar rodeada de gente buena, en un entorno en el que esté a gusto. Creo que es lo único que necesito.
Entrevista de Silvia Nortes para Ladies, Wine & Design Murcia:
En mi currículum pone que soy licenciada en Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad. En realidad, solo me gusta escribir. Y aprender, claro. Si no aprendes, se te vuelan las ideas. En mi camino en busca de la plenitud profesional he trabajado en radio, comunicación y gabinetes de prensa. Aunque lo que más me hincha el orgullo es que ‘El País’, ‘El Mundo’ y ‘Vice’, entre otros, se hayan interesado en mis ideas. Como periodista ‘freelance’ soy una profesional de la insistencia hasta que consigo que me publiquen. Escribo desde España para ‘Index on Censorship’ y estoy preparando un libro. También me sale genial el guacamole.